martes, 14 de octubre de 2008

La Dictadura del Libro de Texto

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Una dictadura libremente elegida por l@s maestr@s, aceptada a cambio de una vida profesional más cómoda... y aburrida. Los libros de texto piensan por nosotros y su régimen marcial decreta:

La hegemonía del pensamiento único:

30 libros iguales en el aula... y un solo punto de vista.

¡Ay si tuviéramos 30 libros distintos para mirar la realidad con amplitud!

El destierro del trabajo cooperativo:
30 libros iguales en el aula ... y 30 cabezas gachas, y silencio.
¡Si al menos tuvieran que compartirlos!

La censura del pensamiento divergente y las inteligencias múltiples:
30 libros iguales en el aula... y una respuesta correcta.
¿Cuántas maneras de enseñar-aprender se te ocurren? ¿Y por qué no son correctas?

El despotismo del Niño Medio:
30 libros iguales en el aula... y 30 niñ@s divers@s.
¿Motivará al Niño Medio lo mismo que a Juan, Kamal, Michelle...?

La condena del aprendizaje activo:
30 libros iguales en el aula... y, sobre ellos, 30 manos quietas, bocas quietas, mentes quietas.
¡Cuántos libros escribiríamos con esas manos, bocas, mentes abiertas!

La exclusión del diferente:
29 libros iguales en el aula... y uno, sin libro.
¿Cómo participará de la vida del aula el que no puede seguirlo?


Propongo usar para fines más útiles estos volúmenes:


1 comentario:

Luchida dijo...

Me ha llegado al alma tu post. ¡Qué deacuerdo estoy!
El otro día una profesora nos dio libros de texto para la enseñanza del francés como lengua extrajera con sus magníficas guías para el profesor diciéndonos que no hay nada como esos libros, que son el mejor invento que se ha podido hacer porque ya no tenemos ni que molestarnos en buscar las actividades que se pueden llevar a cabo en el aula.
No me levanté a decirle cuatro cosas por aprobar la maldita asignatura de "Didáctica del idioma extranjero" pero te juro que me hubiera quedado muy a gusto diciéndole: "Ole qué arte, ya sé porqué tus clases son una puta mierda". Me parece muy triste que lo que esté bien visto sea eso... es ... uff. Me niego a utilizar ese tipo de libros. Y espero que cada vez más personas se den cuenta de la dictadura a la que nos somete el puñetero libro de texto.